La culpa del viento


Por eso no hablo ni digo
lo que mi torpeza supo.
No por timidez.
No por vergüenza.
¿Qué le diré a mis ojos cuando pregunten?
¿Qué le diré a mi espejo?
...
Nadie creerá que fue el viento
con su mala costumbre de querer;
el que arrancó entraña por entraña,
silencio, por silencio,...

convirtiendo tus inciertos,
en mi fatal crepúsculo.


© Beatriz Morín


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